martes, 26 de junio de 2007

feroz mocha con subtitulos en una pareja de mudos


Quispe le fracturó la nariz a su pareja, Peggy Morales, quien le pifió el paño de un solo arañazo Feroz mocha con subtítulos entre pareja de mudos Tribunal resolvió que el agresor debe agarrar sus pilchas y mandarse a cambiar de su casa, en Arica. Acusado debió explicarse con papelitos en el juzgadoX. Astudillo/M. Vega
SE FUE AL PORCINO: En el Juzgado de Garantía el cholo tuvo que arreglárselas con papelitos manuscritos para hacerse entender por el fiscal. Igual debió tomar sus pilchas y abandonar el hogar.
(Foto: Ximena Astudillo)La escena que protagonizaron en la madrugada del domingo Eber Álex Quispe Condori y su pareja Peggy Morales Valenzuela, en su hogar de calle Wenceslao Vargas 3740, de Arica, parecía sacada del cine mudo. Por lo menos para ellos.
Peggy vio venir un puño hacia su cara y hundirse en sus narices, pero no escuchó el crujido de tabla vieja del tabique nasal al fracturarse. Menos la sonata de xuxadas en jerigonza con las que su marido acompañó el aletazo.
En el otro rincón Quispe tampoco escuchó el calificativo de "¡maaguicón!", con que Peggy asumió el impacto, y que devolvió al instante mediante un zarpazo de puma arisca, que le pifió el paño al cholo desde los ojos hasta la jeta.
La paliza y la algazara se prolongaron por más de quince minutos. Aullidos guturales de los contendores seguidos por el estrépito de los silletazos y la quebrazón de platos, vasos y candelabros de cristal de Bohemia despertaron al vecindario.
Y nada de eso escucharon Quispe, Eber; ni Morales, Peggy.
¿Dolor? ¡Claro que sintieron, poh! ¡La pareja es sordomuda, no insensible! Allí no está el problema.
Éste comenzó cuando llegaron los polis y trataron de explicarle al varón que estaba detenido por practicar, en silencio, con aletazos y mechoneo, la violencia intrafamilia sin ningún respeto por sus hijos, que padecen la misma discapacidad.
En el Juzgado de Garantía el imputado tuvo que arreglárselas con papelitos manuscritos para ejercer el derecho a pataleo ante el fiscal Carlos Eltit y el magistrado Rodrigo Urrutia.
El furibundo sordomudo debió agarrar sus pilchas y abandonar el domiciulio familiar. Quedó sujeto a firma mensual.

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